
Sin embargo, el jocoso Sol del futuro, se ríe
de mí y abrasa mis entrañas, creyéndose inalcanzable y todopoderoso. Entre el
dolor y las quemaduras, alzo una mano, haciendo ademán de acariciar su
brillante silueta, quemándome más y más. A pesar de ello, reflexiono y pienso "¿Qué
más puede perder un hombre sin alma?"; "¿La vida quizás?"…"Pero… ¿Qué es la
vida sin alma?". El dolor no importa ya. Una vez superado el umbral de la
indecencia, nada más puede rendirse a la inclemencia del abandono. Con esta
idea por bandera, me levanto y salto fuera de mi bote, quebrado y carcomido por
penurias pasadas. Penurias que debo dejar atrás, junto con mis pútridos
sentimientos. Aferrarse al pasado no cambiará el presente.
Ahora puedo ver claramente el oasis hacia el
que debo encaminarme. El Sol huye despavorido en esa misma dirección, tratando
desesperadamente de besar las comisuras de MI
desierto. Desierto por el que ahora puedo caminar veloz y decidido, comiéndole
terreno al futuro, con el mero propósito de alcanzarlo y cambiar las tornas,
haciendo que él se rinda ante mí.
Que comience la carrera.